Luz al final del túnel

¿Te ha pasado que estas en una reunión, cena, o fiesta, y de repente sentís que el mundo se paraliza? podes escuchar los latidos de tu corazón en los oídos, sentís que tu cuerpo está ahí pero tu mente está en otro lugar; taquicardia, falta de aire, sudoración en las manos y una serie de síntomas que no tienen explicación. En esos momentos estás viviendo una crisis de ansiedad, claro, no todos experimentamos los mismos síntomas. En todo ese proceso pueden pasar por tu mente tantas ideas: “me estoy volviendo loco”, “me estoy muriendo” “¿Por qué me pasa esto a mí?” Pero déjame decirte que no, no estás loco, tampoco te estas muriendo, es tu mente quien está jugando con vos y, lamentablemente, nos sentimos tan débiles que no podemos controlarla.

En mi experiencia, he llegado a lastimarme yo sola, claro que eso es inconscientemente, me doy cuenta hasta que la crisis ha terminado. Si has pasado por situaciones similares solo puedo decirte esto: buscá ayuda. El primer paso es la aceptación, sé que cuesta, aún a mí, que llevo casi 1 año con la psiquiatra, me es difícil aceptarlo.

Un día tuve una plática con alguien que me dijo: “tenés que aceptar que convivís con un problema de salud mental y está bien, no pasa nada”, pero, ¿cómo cuesta aceptarlo, verdad?. Esto es así porque, toda la vida nos han hecho creer que las personas que acuden al psicólogo o psiquiatra están locos, pero déjenme decirles, queridos amigos, que esto es como tener cualquier otra enfermedad, del corazón o del estómago- por ejemplo- por lo cual, debe ser tratada como tal, como tratamos cualquier otra condición de salud. Yo soy una persona medicada y me ha costado aceptarlo, sé que no es algo que va a durar para siempre, nuestra actitud, al igual que en los padecimientos físicos, es muy importante. No podemos permitir que nuestra mente nos controle, nosotros debemos tener ese control sobre ella, necesitamos pedir ayuda y eso no nos hace débiles, al contrario, nos hace valientes porque queremos enfrentar lo que estamos viviendo.

En mi experiencia las crisis han sido difíciles y te dejan exhausto, te da miedo, algunas veces las crisis son más duras que otras, pero te quiero pedir algo muy importante: no perdás la fe, acompañate de personas que en serio te den ánimos, no se trata de que te entiendan, sino de que simplemente te acompañen en este viaje, ya sea familia, amigos, un amor, etc, puesto que, esa compañía es más que importante, es vital para que podas recuperarte. Por más difícil que se vea, que se sienta, que lo pensés, no perdás la fe, seguí adelante, tené por seguro que después de toda esta batalla, vas a poder ver la luz al final del túnel, esa que tanto anhelas y deseas tener.

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