La pandemia de salud mental también cobra vidas

Según la Asociación Americana de psicología la salud mental es “la forma en que los pensamientos, sentimientos y conductas afectan la vida. La buena salud mental conduce a una imagen positiva de uno mismo, y a su vez, a relaciones satisfactorias con amigos y otras personas. Tener una buena salud mental ayuda a tomar buenas decisiones y afrontar los desafíos de la vida en el hogar, el trabajo o la escuela”; ante esto es indudable preguntarse ¿qué tan necesaria es la salud mental en la vida de las personas salvadoreñas?


La salud mental abarca muchos aspectos directa o indirectamente relacionados con el bienestar del que se habla en la definición de salud que da la Organización Mundial de la Salud: “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”; podríamos concluir por tanto en relación a la interrogante anteriormente mencionada que las implicaciones del bienestar relacionado a la salud tienen un estrecho vínculo con la salud mental, no hay salud y bienestar general sino hay salud mental; ¿qué sucedería entonces si el enfoque de salud pierde de vista la salud mental, acaso se perdería por tanto el equilibrio de la salud general?, la respuesta a dicha pregunta bajo el concepto expuesto es un rotundo ¡sí!.


Aunque la salud mental no implica necesariamente la presencia de una enfermedad física o un diagnostico referido a un trastorno mental como tal, es una pieza fundamental necesaria para el afrontamiento de situaciones cotidianas de la mejor manera, sus implicaciones son una intrincada red conectada a todos los aspectos de la vida del ser humano y por tanto cuando una persona la pierde, cae en lo que llamamos disfuncionalidad, esta según el grado de afectación en la persona puede repercutir gravemente en las áreas: familiar, laboral, escolar, social e inclusive física.


Para disipar las dudas sobre la importancia de la salud mental pondré el siguiente ejemplo ficticio: “Juan un habitante del gran San Salvador siente algo a lo que le llama mucho nerviosismo, los médicos en el seguro social ya le dijeron que no tiene nada, en la familia le dicen que el exagera todo, que mucho se preocupa por todo, que solo tiene que calmarse, que es cuestión de voluntad y ponerse a hacer algo productivo en vez de holgazanear para ocupar la mente, pero el siente sin aviso alguno todos los días como que se va a morir de un paro, le da un gran dolor en el pecho, siente que le falta el aire, comienza a sudar frio, tiene mareos y algunas veces siente ganas de salir corriendo, por las noches no logra dormir pero con 5 cervezas de la tienda aunque tenga poco dinero para gastar le sirven para conciliar el sueño, aunque reconoce que lo ponen más violento, le causan problemas con la familia porque el dinero no alcanza y cada vez va necesitando más para poder dormirse. Él es mecánico de oficio, aprendió en la calle con sus otros amigos gracias a un vecino que se tomó el tiempo de enseñarle y darle trabajo en su taller desde los 13 años cuando dejó la escuela, pero desde que comenzó la pandemia solo ve unos pocos carros porque no hay muchos clientes y siente que la vida ya no tiene sentido como para esforzarse; además, le da miedo contagiarse trabajando afuera de la casa pues él ve todas las noticias y cadenas nacionales en las que advierten del peligro de muerte por Covid-19, aunque él no está muy seguro de que sea cierto todo lo que ve en las noticias, se pone a pensar muchas cosas después de verlas, esto solo lo ponen más tenso y nervioso. El otro día lo fueron a buscar para reparar un carro pero le pidió a su esposa que dijera que no estaba porque tenía miedo de recibir a las personas y contagiarse, ante lo cual su esposa le reclamo y lo saco de la casa según le dijo por holgazán y bueno para nada. Juan se siente más solo que nunca y cree que ya no merece la pena vivir si todo es sufrimiento y preocupaciones que lo sofocan, así que le parece que la mejor opción es irse a tomar para después ir a conseguir los materiales para quitarse la vida”.


En el país hay muchísimos como Juan que desde antes y durante la pandemia han padecido enfermedades como ansiedad, ataques de pánico o depresión, las cuales son comúnmente conocidas como las enfermedades del siglo XXI, las estadísticas nos dicen que a pesar de que Juan es un personaje ficticio, los suicidios en El Salvador según la Organización Panamericana de la Salud tienen una prevalencia en hombres “alcanzando el 71% de los suicidios registrados en los últimos cuatro años en comparación con el 28.9 % de mujeres, la mayoría tienen entre 15 a 44 años y el método utilizado con mayor frecuencia para ambos sexos es el envenenamiento y el ahorcamiento como segundo prevalente”.


Algunas otras estadísticas antes de la pandemia importantes de reconocer son las referidas por la Ministra de Salud, Dra. Violeta Menjívar hace algunos años, quien comentó que en El Salvador “los trastornos mentales que tienen mayor prevalencia son la ansiedad, la depresión, el alcoholismo y el suicidio”, a su vez según datos del MINSAL, “la tasa nacional registra 102 casos de depresión por 100.000 habitantes; y las tasas más altas corresponden a los departamentos de Santa Ana, San Salvador y San Miguel.

Sin embargo, estas estadísticas podrían no parecer alarmantes ni altas para muchos al sacar los porcentajes, pero es imposible negar que a nivel mundial reconocidos expertos de gran prestigio académico como el neurocientífico argentino Facundo Manes, estén comenzando a hablar de una nueva pandemia referida a la salud mental. Ante una situación que implica un cambio drástico en varios ámbitos, se generan procesos de adaptación y un ejemplo actualmente muy visible podría ser el teletrabajo o el llamado home office, los cuales son prueba directa de que ante situaciones irregulares el ser humano tiende a buscar soluciones que le lleven a adaptarse; sin embrago este proceso para poder llegar a términos adecuados necesita pasar por distintos prueba y error, los cuales producen estrés, ansiedad, frustraciones y pueden llegar también hasta la depresión.


Existen numerosos nuevos hábitos que se han tenido que adquirir, sería una mentira decir que con anterioridad la mayoría de personas pasábamos un proceso de desinfección al entrar a nuestras casas o que sometíamos a una exhaustiva limpieza las compras, anteriormente esto hubiese podido ser considerado una reacción exagerada, sin embargo en la actualidad pasa a ser un mecanismo funcional de adaptación para sobrevivir.


Con lo mencionado podríamos inferir en este caso que las personas no necesitan mayor ayuda para salir de esto, que ya va a pasar o que simplemente la elevada ansiedad, estrés y depresión son normales ante la situación actual. Sin embargo es debido a esto que no podemos dejar de mencionar que aunque es usual y una respuesta adaptativa tener estas reacciones, que son una respuesta de nuestro cuerpo y mente indicándonos que algo a nuestro alrededor no anda bien, no quiere decir que esto no pueda pasar los limites de lo normal para convertirse en algo que dañe la salud física y psicológica abandonando rápidamente el bienestar general de las personas. Esto es lo que actualmente esta sucediendo en el mundo, muchas personas afrontan pérdidas familiares donde ni siquiera pueden hacer un ritual de cierre tradicional para despedirse y por tanto da mayor facilidad para que se produzcan ciertas complicaciones psicológicas, otros mantienen una preocupación excesiva por sus hábitos de limpieza a causa del miedo muy elevado de contagio.


Durante la cuarentena por la enfermedad de COVID-19, la Fundación pro Educación de El Salvador, realizó un sondeo de opinión para identificar la situación de la salud mental de las personas y concluyo en su informe que “el 70% de las personas no había tenido acceso a atención psicológica en su vida, 12% estaban en atención psicológica antes de la cuarentena, 52% de las personas presentan insomnio una sintomatología avanzada en niveles demasiado elevados de estrés, ansiedad, depresión y otros trastornos psicológicos, 45% de las personas afirmaron sentirse afectadas por la situación de incertidumbre del futuro de sus familias, 68% tienen miedo permanente de contagiarse por el virus, 70% considera que necesitara atención psicológica después de la cuarentena, 21% afirma que no tendrá los medios económicos para acceder al servicio psicológico”.


Así mismo, según Maricris de la O, en un estudio hecho por la Unidad de Investigación de la Universidad Gerardo Barrios (UGB), “el 72% de los encuestados dijo tener sentimientos de desesperanza, el 57 % de impotencia, el 28 % de pobreza y ruina, y el 7 % expresó deseos de morir antes de que el virus llegara a su hogar”.


La experta en salud mental Rina Bolaños de Zometa toca el tema de la afectación física a causa de la afectación psicológica, cuando menciona que: “la pandemia y el encierro han ocasionado que las personas se enfrenten, quizá por primera vez, con sus padecimientos psicológicos. En estos momentos, a los salvadoreños les está costando entender qué es lo que les pasa. Ahora vemos a muchas personas con sintomatologías como la sensación de peligro, fatalidad inminente, taquicardia, palpitaciones, sudoraciones o la sensación de agitación o cansancio, algo muy propio de los ataques de pánico, sin embargo, la gente no logra identificarlos. Y esto es a causa de la falta de atención a la salud mental. Ahora, en estos tiempos de pandemia las afectaciones psicológicas ya existentes en la población como la depresión, estados de ánimo de tristeza, incertidumbre, ansiedad, violencia doméstica, depresión o la dependencia a sustancias como el alcohol, también empeoran”.


El día 20 de abril del presente año nos muestra el injusto fracaso del sistema de salud mental en El Salvador, 3 personas se suicidaron en el lapso de 24 horas. A pesar de que las estadísticas ya eran desalentadoras antes de la pandemia, con un año 2019 que tenía como promedio un suicidio por día según datos recopilados por medicina legal. Así mismo, el número de muertes registradas por suicidio durante el mes de Abril fue igual al número de muertes registradas-en el mismo mes- por COVID-19.
Ante lo mencionado es indudable preguntarnos tal y como lo hicimos cuando la pandemia de Covid-19 fue anunciada ¿Qué podemos hacer ante la pandemia de salud mental?.


La doctora Marian Rojas Estapé, una reconocida psiquiatra autora del libro “Cómo hacer que te pasen cosas buenas”, menciona que debemos hacernos preguntas de reflexión que nos inciten a buscar el aprendizaje en medio de los cambios y permitirnos identificar las cosas buenas en lo cotidiano, ¿Qué me ha pedido el Covid-19 a mí?, ¿Qué he descubierto sobre mí que me haya sorprendido?, ¿Soy capaz de detenerme y reflexionar?, ¿Qué es lo mejor que yo puedo sacar de esta circunstancia?; a su vez comenta la importancia de no distanciarnos socialmente de las personas que viven en nuestro mismo techo, aprovechar este espacio para convivir, mantenernos en contacto con los seres queridos y para quienes viven solos no aislarse socialmente sino solo físicamente, vivir el presente de la mejor manera posible y mirar con ilusión el futuro.


A su vez es de gran importancia recordar que lo que habita en nuestra mente es lo que buscamos con nuestros sentidos, pensar en un color es automáticamente buscarle con la mirada, por tanto pensar en nuestro bienestar, imaginar con ilusión lo que queremos conseguir o lograr, muy probablemente nos dirija hacia ello, es de gran importancia para traer cosas buenas a nuestras vidas primero traerlas a nuestra mente, solo podemos traer a nuestras vidas aquello que pensamos o imaginamos antes.


En consecuencia de lo antes dicho si aun así tienes dificultades para vivir en el presente sin angustia, tristeza, preocupaciones y el futuro no te parece más que catastrófico, es de gran importancia saber que no estas solo, pide ayuda a quien puedas, acude a psicoterapia, ¡tú puedes superar esto!.


Es ante las mayores tragedias que ocurren los mayores cambios, este es el tiempo para cambiar y mejorar, ante situaciones difíciles, es posible que te sea complicado concebir una percepción positiva de las situaciones actualmente, sin embargo no olvides que tal y como Jean Paul Sartre mencionaba “como todos los soñadores confundí el desencanto como la verdad”.

Bibliografía:

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