Carta a mi amigo que lucha contra la depresión
Quisiera decirte que te entiendo, pero si lo hago es probable que por dentro pensés ¿Cómo podrá comprender algo que nunca ha vivido? Y quisiera hacerlo, lo juro, quisiera ponerme en tus zapatos aunque sea por un día, ver con tus ojos, sufrir tu dolor; quisiera… Mas sé que no me dejarías. Sé que inmediatamente me dirías: “no quiero que nadie sienta lo que yo, mucho menos vos”.
No faltan los que juzgan y deciden comparar vidas, como si ellos pudieran conocer las cargas que cada quién lleva en su interior. Parecen jugar a un tribunal decidiendo quién tiene la existencia más miserable para ver quién sí merece estar deprimido. No falta aquel que conoce el caso de la novia del primo de la amiga de su vecina, cuya vida es más trágica que María la del Barrio, y aun así, es una persona genuinamente feliz. Así que probablemente te dirían: vos resistí, que casos peores que los tuyos existen.
Y es que me parece paradójico que la gente, equívocamente, piense que la depresión es debilidad de carácter o que los que luchan con depresión son personas negativas, que solo pasan llorando, que se victimizan o que les hace falta más hombría. Me parece incongruente, puesto que, yo te veo a vos y no puedo pensar en nada más que fortaleza. Yo te veo a vos, que iluminás un cuarto cuando recién entrás. Yo te veo a vos, que me haces carcajear, casi hasta orinarme de la risa. Te veo tan radiante, tan feliz; te veo y veo tu bondad, tu autenticidad, veo tu corazón, veo algo tan difícil de ver en estos superficiales tiempos.
Vos, que atraes a tanta gente por tu seguridad, los demás quieren estar con vos, porque les transmitís un “yo no sé qué”. Sin embargo, pocos saben lo que yo sé, y nadie sospecharía porque piensan que la depresión es otra cosa. Nadie se podría imaginar que una persona tan fuerte y feliz luche contra este mal. Una persona que siempre está allí presente, para escuchar a los demás, para aconsejarlos, para quererlos. ¿Quién se hubiera imaginado? ¿Quién nos hizo creer que la depresión…? Al mismo tiempo… ¿Quién te dijo a vos que ser fuerte es no contarle a los demás lo que sufrís? ¿Quién te dijo a vos que tenés siempre, sin importar las circunstancias, ser fuerte? ¿Quién te dijo a vos que es mejor “guardar las apariencias”?
Alguien, algún día te hizo creer que ser fuerte era no mostrar sentimientos. Quizás fue la sociedad, todos los días. Y fue tal vez así como te acostumbraste a batallar tu depresión por dentro, a sufrir en silencio y a solas, a desgarrarte en tu interior, a percibir que te succionaban, hasta dejarte sin poder sentir ya más; y al inicio del día siguiente a ponerte una máscara de felicidad al salir de tu casa, así nadie se daría cuenta de que tus facciones se habían ido, que la depresión te lo estaba quitando todo.
No puedo puedo decirte que te entiendo, ya que eso sería minimizar tu dolor comparándolo con el mío, comparar mis días tristes con tu depresión, sería como comparar un corte de piel con una amputación. Y eso que he tenido días muy, pero muy tristes. Pese a ello, no puedo decirte: yo sé qué se siente estar así; puesto que, no amigo, la verdad, no sé. No lo sé y me parte el corazón no saberlo.
No te entiendo, pero estoy con vos; estoy a tu lado. Sé que sufrís, no tenés que ponerte una máscara conmigo, no tenés que disimular; conmigo podés llorar ,si querés, porque, amigo, en un mundo en el que todos están tratando de aparentar ser fuertes, mostrarse vulnerable es todo un reto, es un rasgo de fortaleza interior que puede ser muy beneficioso para vos.
Amigo, me queda claro que no querés que te entienda, eso implicaría sufrir algo similar a tu dolor. Sé que me estimás y por eso no deseas nada malo para mí. Yo también te aprecio y quiero que sepás que estoy con vos. Y si me dejás, juntos, podemos buscar ayuda, porque para esta batalla es mejor que tengas a los mejores soldados de tu lado.
Contá conmigo, soldado.