El empoderamiento psicológico: premisa básica para el desarrollo de la mujer salvadoreña

Durante los últimos años, el tema mujer ha tomado trascendencia en nuestras naciones. En la mayoría de los países de Latinoamérica, lastimosamente, este tópico es abordado con suma preocupación, debido a un amplio historial de agravios hacia las mujeres en todas sus esferas, que van desde quitarles la vida hasta privarlas de su libertad e irrespetarle sus derechos humanos.

Muchos han sido los esfuerzos en nuestro país para mitigar los problemas estructurales que actualmente sufre la mujer salvadoreña. Sin embargo, las estadísticas nacionales no reflejaron un impacto positivo de estas políticas y, por el contrario, las condiciones de las mujeres empezaron a agravarse, teniendo ahora un índice de feminicidios considerado como “pandémico”, según informes de Amnistía Internacional, con más de 120 mujeres asesinadas en lo que va del año.

Ahora bien, para su servidora, estos resultados desalentadores han sido fruto de la limitada empatía hacia los problemas reales de las mujeres. Me refiero a que, un enfoque pragmático nos hace pensar: “necesitamos un sistema de seguridad eficaz donde nuestras mujeres puedan denunciar y sentirse seguras” o “necesitamos un órgano judicial robusto que persiga y encarcele a los feminicidas”. Pensamos en como silenciar el problema, pero no en cómo prevenirlo.

La realidad es que, si educamos a una mujer para ser víctima, lo será por el resto de su vida. Desde este punto inicia la violencia psicológica para una mujer: cuando la sociedad entera le dice que su lugar es ser víctima en lugar de ser previsora. El más reciente informe del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (ISDEMU) y la Dirección General de Estadísticas y Censos (DIGESTYC) mostró que 5 de cada 10 mujeres en el país sufren violencia psicológica que va desde descalificaciones o burlas hasta manipulación, amenazas y exigirle sumisión.

A mi juicio, el empoderamiento psicológico es una solución autosostenible a la problemática coyuntural de la mujer salvadoreña. Con esto, hablo de formar lideresas que estén en la capacidad de hacer frente a sus propios problemas, pues de nada sirve invertir en programas sociales que mitiguen la falta de oportunidades, la violencia o las desigualdades entre hombres y mujeres, si la mujer no es líder en su propia vida, si no tiene las herramientas para sacar su máximo potencial humano y si no es capaz de enfrentar por sí misma los obstáculos sociales, políticos o económicos que puede encontrarse en su camino. En este sentido, los esfuerzos deben empezar desde el nivel más simple en la vida de las salvadoreñas: su esfera privada.

Mi experiencia en empoderamiento de la mujer me ha demostrado que apostarle al trabajo psicológico es obligatorio para transformar la realidad de las niñas y mujeres a las que buscamos ayudar. Hay que recordarles que como seres humanos funcionamos como una empresa (con distintas áreas o departamentos) y para que esta entidad logre enfrentarse a sus obstáculos externos necesita liderar internamente su sistema de creencias, valores, habilidades, fortalezas, debilidades, talentos y actitudes.

He visto cómo empoderar psicológicamente a mujeres jóvenes les devuelve sus esperanzas de continuar la universidad y ser profesionales exitosas. He presenciado cómo guiándolas hacia su bienestar hacen ruido en su entorno llenando de energía y esperanza a sus conocidos más cercanos. Mi invitación es a que como mujeres dejemos de victimizarnos y seamos creativas para encontrar soluciones a nuestros problemas. Aceptemos que nuestro entorno no es el más favorable para nuestro desarrollo personal, pero que tuvimos la dicha de ser mujeres y que el esfuerzo que hagamos hoy será para sacar adelante a nuestras hijos/as, familiares, amigos/as y a cada mujer que forma parte de nuestro círculo de influencia. En esencia somos responsables de nuestro propio progreso y el de la mujer que tenemos al lado.

Todo empieza en la mente y nuestras niñas y mujeres necesitan aferrarse a esta idea de que son protagonistas de su propia vida y que, por lo tanto, no importa si nacieron en contextos difíciles o si en el trayecto se encontraron con limitantes, pues tienen la oportunidad construir su futuro hoy.

 

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