Es hora de alzar la voz

La semana pasada fue una semana trágica para el mundo del espectáculo, tres personajes de la vida pública murieron por suicidio. Kate Spade quien había estado luchado contra depresión severa y ansiedad en los últimos seis años, murió el pasado martes 5 de Junio. No tuvimos tiempo para asimilar la noticia cuando al día siguiente supimos que la hermana menor de la reina Máxima de Holanda, Inés Zorreguieta, también decidió quitarse la vida en su apartamento de Buenos Aires. Para finalizar la semana el reconocido chef a nivel mundial Anthony Bourdain fue hallado sin vida a los 61 años en su habitación del hotel en Kayserberg, en la provincia de Alsacia, Francia.

Esta serie de lamentables eventos han marcado una semana gris para el mundo. No obstante, también nos han dejado con la sensación de decir basta ya, alto al tabú, hablemos de salud mental.

Según la Organización Mundial de la Salud más de 800, 000 personas se suicidan cada año, lo que representa una muerte cada 40 segundos. El suicidio es la segunda causa principal de defunción en el grupo etario de 15 a 29 años y el 99% de los suicidios son por depresión. La depresión es actualmente la principal causa mundial de discapacidad.

Estas cifras me impactan cada vez que las leo. La primera vez que investigué sobre la salud mental quedé tan conmovida, que pensé: tenemos que hacer algo por cambiar esta realidad. Sin embargo, lo primero que noté es el enorme tabú, estigma y falta de conocimiento que hay sobre el tema. Increíble es ver la realidad en la que las madres que llevan a sus hijos, menores de edad, al psicólogo los amenazan con que no le pueden contar a ninguna persona que reciben ayuda profesional. Increíble ver como consultorios de profesionales de salud mental en nuestro país tienen el rótulo de “neurólogo, médico internista, radiólogo” o cualquier otra rama de la medicina que se les ocurra porque a los pacientes les da pena salir de una puerta que en la entrada diga “psicólogo”. ¿Cómo vamos a cambiar una situación de la que ni nos atrevemos a hablar? Es hora de alzar la voz, de hablar del tema con naturalidad. ¿O necesitamos acaso que el suicidio llegue a ser la principal causa de muerte para que empecemos a actuar?

El hecho de que nos avergüence hablar de salud mental y pedir ayuda profesional es como si al quebrarnos un hueso tratáramos de ocultarlo al mundo y no fuésemos al doctor por temor de ser juzgados porque no podemos curarnos solos ¿No les parece un escenario totalmente ridículo? La depresión no se va sola ni se cura por arte de magia, así como un hueso roto no se cura aunque intentemos vendarlo en casa, manualmente. Lo único que hacemos es poner una cura temporal al problema y agravar la situación a largo plazo.

¿Entonces qué podemos hacer para empezar a cambiar la situación?

1. Ayudarnos a nosotros mismos.

Este es probablemente el paso más difícil. Vernos al espejo con ojos de cruda realidad parece imposible, a veces. No podemos salvar o ayudar a otros sino somos empáticos primero con nosotros mismos. Una de mis psicólogas favoritas me daba el sencillo ejemplo de las tragedias en los aviones: las aeromozas indican a los pasajeros que en caso de tragedia los padres deben ponerse primero la mascarilla de oxígeno antes de ponérsela a sus hijos, porque si intentan primero ponerle la mascarilla al hijo y ellos se desmayan en el proceso, mueren ellos y muere el hijo. Muchas veces, sin darnos cuenta, andamos replicando este mismo ejemplo y queremos ponerle mascarilla de oxígeno a la gente cuando nosotros estamos respirando cianuro puro.

Está bien admitir que necesitamos ayuda profesional. No somos débiles por buscar ayuda, ¡somos sanos!

2. Desatanizar a los psicólogos y las palabras : depresión, ansiedad y salud mental.

No soy psicóloga, y tampoco un psicólogo me ha pagado por escribir esto, pero soy fiel creyente de que todos en algún punto de nuestras vidas deberíamos  ir adonde uno. El ser humano está conformado por mente y cuerpo, y no podemos hablar de salud integral sin incluir la salud mental. La salud física y la salud mental son igual de importantes. Entonces por qué si toda la gente va al dentista, por lo menos una vez en su vida, poca gente va al psicólogo o lo que es peor aun los que van lo ocultan, como si fuese algún culto satánico.

Hablar de depresión, ansiedad y salud mental debería de ser tan normal como hablar de gripe, zika, dengue y chikungunya.

3. Ser empáticos con los demás.

Una vez que hemos sido empáticos con nosotros mismos podemos serlo con los demás. Una de cada diez personas sufre de depresión, por lo que es muy probable que si no somos nosotros, alguien cercano a nosotros padezca esta condición. Para ello es importante entender que la condición es tan real como la rotura de un pie, así como no le vamos a decir a alguien con el pie roto: supera tu dolor y vamos a correr; tampoco podemos decirle a una persona con depresión: ya supéralo, no seas dramático.

Demostrarle tu cariño y apoyo a alguien con una condición o enfermedad mental no debería de ser difícil. Si bien es cierto no puedes curarlos, así como no puedes curar a un diabético, pero puedes estar ahí para ellos. Para una persona que está batallando una lucha con su salud mental saber que cuenta con el apoyo de alguien cercano puede hacer toda la diferencia.

Que las trágicas muertes de Kate Spade y Anthony Bourdain sirvan para recordarnos que no está mal pedir ayuda y que es mejor pedir ayuda cuando el problema va iniciando. Los psicólogos y psiquiatras me apoyarán cuando digo que es más fácil curar la condición de depresión cuando va empezando a tratar una enfermedad de depresión mayor, la cual según la Organización Mundial de la Salud el costo para la sociedad es el mismo que de alguien ciego y parapléjico.

Iniciemos la conversación de la salud mental, informémonos sobre los síntomas para aprender a detectarlos con prontitud. Eduquémonos como sociedad, no promovamos a nuestros hijos, familiares o amigos culturas que alientan el mal manejo de emociones. Construyamos una sociedad en la que nos aceptemos los unos a los otros y que tratemos a las enfermedades por lo que son: sólo enfermedades.

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