Cómo lidiar con una ruptura amorosa, parte 2

En nuestro blog anterior sobre los “casi algo” hablábamos de que a diferencia del duelo por fallecimiento, para el duelo por ruptura amorosa no hay una ruta social clara sobre cómo dejar ir a esa persona: no hay funeral y muchas veces tampoco una ruta clara sobre cómo acompañar al doliente, o sobre cómo queremos ser acompañados; es por ello que en Continúa nos animamos a escribir sobre cómo lidiar con una ruptura amorosa.

Esta es la continuación de nuestra publicación anterior, en la que planteamos dos puntos clave: el recordar la impermanencia de las relaciones humanos, y el aprender a abrazar nuestra tristeza apoyándonos de nuestros seres queridos, pero tratando en la medida de lo posible de no alejarnos de nuestros hábitos saludables y rutinas diarias, y finalmente introducíamos el tema de la culpa. En esta segunda parte pues, continuaremos profundizando con este sentimiento tan frecuente en este tipo de duelo.

Si leíste el blog anterior, recordarás los tres elementos clave para comprender la culpa: violar una norma moral, haber tenido un control claro sobre el acto o la omisión que nos genera la culpa, y un daño infligido sobre otro (ya sea real o que creemos que se dio).  Y hablábamos que estas tres lupas en mayor o menor medida nos pueden servir para reflexionar de una manera realista cuál es nuestra responsabilidad en la ruptura, y si realmente ese sentimiento de culpa es proporcional a nuestra responsabilidad en la relación.

Tal cual acostumbramos, veremos esto a través de un ejemplo, y lo haremos específicamente con uno en el que tú eres quien decide terminar la relación. ¿Por qué desde esta vía? Pues sucede que, en una ruptura amorosa, suele ser muy frecuente que se piense que el único en duelo es aquel a quien cortaron, y que el que tomó la decisión la está pasando de fiesta, cuando puede ser que para las dos partes esté siendo un proceso igual de difícil. Y ambos dolores son igual de importantes y válidos.

Violar una norma: ¿a qué valor responde?

Al terminar mi relación, a mi criterio, ¿he violado alguna norma? Si es así, ¿cuál es?, más aún, ¿de quién es dicha norma? ¿Es mía o de la otra persona? ¿acaso esa norma responde a un valor personal con el que me siento identificado o es más bien una norma que viene de afuera, con la que no me identifico, pero me siento obligado a responder?

Por ejemplo: puede que en tú vida una norma muy importante sea enorgullecer a tus padres, y que una forma de enorgullecerlos era casándote con una persona que cumpliera las características que ellos desean, características que poseía la persona con la que has decidido terminar.

Ahora bien, esta norma, ¿responde a un valor personal o es más bien una autoimposición para evitar problemas con tus padres? Pudiera ser que un valor importante para ti sea enorgullecer a tus padres pues te hace sentir bien en sí mismo este hecho; o pudiera ser que simplemente quieres evitarte el malestar que te genere su desaprobación. En el primer caso quizás te des cuenta que al terminar la relación has violado un valor propio, lo cual no necesariamente signifique que fue una decisión errada; en el segundo caso te darás cuenta que has violado una norma de tus padres con la que en realidad no te identificas.

El nivel de control: ¿había algo más que podía hacer?

ruptura amorosa
Recuerda: en una relación, son dos personas decididas a construir algo juntos. Si una ya no puede o quiere, es imposible completar solo con tus piezas y esfuerzo, ¡No lo fuerces!

Sobre el nivel de control, aquí es importantísimo ser lo más objetivos que podamos, y en esto muchas veces nos pueden ayudar las amistades confiables, aquellas personas que nos dicen la verdad y pueden ver con claridad nuestra situación. ¿Las razones por las que hoy decido terminar, son cosas que están bajo mi control o más bien ya he intentado modificarlas y no se ha podido?

En este punto es vital poner nuevamente sobre la mesa tus valores personales y lo que buscas con una relación, además de los valores e intereses de la otra persona. La psicóloga colombiana Cristina Carmona plantea la metáfora de una mesa: cuáles son los cuatro pilares (patas de la mesa) fundamentales en la relación y qué tan posible de reconstruir son. Nosotros agregamos: ¿cuáles son los tuyos y cuáles los de la otra persona?

Puede que en esta revisión te des cuenta (o vuelvas a recordar) que las razones por las cuales tú o la otra persona decidieron terminar, ya no son cuestiones trabajables. O, por otra parte, puede ser que sí sean trabajables, pero te des cuenta que para ti no vale más la pena hacerlo, pues esta relación ya no está respondiendo a tus valores o necesidades vitales del momento.

Un par de meses de dolor, para una vida plena

El último aspecto a evaluar es el daño infligido sobre el otro. Este aspecto está mucho más fácil de identificar, pero no por ello más fácil de aceptar: en una ruptura amorosa donde eres tú quien decide romper, es casi seguro que la otra persona saldrá lastimada. Y sí, lastimosamente, en ello sí tenemos gran parte de la responsabilidad, pero no toda la responsabilidad:

Tal cual como dijimos en nuestro post anterior, desde el momento en el que decimos “sí” a una relación, ambos debemos estar conscientes de que esta puede terminar, y tal cual como aceptamos que se vengan tiempos de endorfinas disparadas, así también deberemos aceptar que se puedan venir tiempos desagradables. En este contrato implícito de impermanencia, ambos son responsables de reconocer que ninguno está, estaba o estará obligado nunca a seguir con algo que ya no desea.

Piénsalo de esta manera: ¿vale la pena prolongar una relación que ya no puede seguir, solo para posponer el dolor? ¿acaso no vale la pena un par de meses de dolor en ambas partes para lograr recuperar una vida mucho más plena que la que pudieran tener juntos?  

Revisando todos estos elementos tendrás un panorama más claro de tu relación y las razones por las cuales está terminando, para así encaminarte en la aceptación propia de quien comprende la situación, lo controlable, lo que no, y algunos porqués. Y esto puede ser el primer gran paso en el proceso de comprender y abrazar de manera saludable tu dolor, para sobreponerte; sin embargo, si en el camino sientes que te enredas en estos aspectos, o en el dolor y, que no puedes salir de ahí, recuerda que un proceso terapéutico nunca está de más: en Fundación Continúa ponemos a tu disposición terapia psicológica en línea a precios accesibles, puedes solicitar tu primera cita dando clic aquí.  

Ilustración retomada de www.freepik.es

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